Resumen
La seguridad sanitaria mundial se ve cada vez más amenazada por prácticas que comprometen la integridad de la seguridad sanitaria de los alimentos, la salud pública y las normas veterinarias. Una de estas prácticas, que a menudo se pasa por alto a pesar de tener graves consecuencias, es el consumo y la reventa comercial de animales que han muerto de causas naturales, sin sangrado, en particular aves de corral. En muchas comunidades de bajos ingresos, lo que antes estaba estrictamente prohibido se ha normalizado debido a las dificultades económicas y la búsqueda de beneficios. Esta tendencia alarmante plantea graves riesgos para la salud humana y la sanidad animal, poniendo de manifiesto serias deficiencias en materia de bioseguridad, bioprotección, reglamentación y sensibilización comunitaria. El comercio de animales muertos o enfermos no es un problema secundario, sino que representa un peligroso punto de encuentro de propagación zoonótica, resistencia a los antimicrobianos y deficiencias en materia de bioprotección. Abordar este desafío resulta esencial para fortalecer los sistemas de sanidad animal, nuestra primera línea de defensa contra las pandemias y el bioterrorismo, y para promover la seguridad sanitaria mundial.
De tabú a amenaza
En una época, los tabúes culturales servían como poderosos factores disuasivos contra el consumo de animales que han muerto de forma natural, sin sangrado. En muchas comunidades africanas, incluida la de la autora, los animales que morían de forma natural —sin sacrificio ritual ni sangría— se consideraban impuros, espiritualmente nocivos y no aptos para el consumo humano. Estas prohibiciones abarcaban incluso al pescado congelado importado, el cual se creía que había muerto mucho antes de ser congelado y se etiquetaba como «mortuary fish» (pez mortuorio). Las sanciones sociales en caso de infracción de estas normas eran severas, desde la deshonra y la exclusión social hasta la pérdida de estatus. En la práctica, estas precauciones culturales funcionaban como sistemas de seguridad sanitaria de los alimentos impulsados por la comunidad, al proteger a las personas de enfermedades transmitidas por los alimentos e infecciones zoonóticas.
Hoy en día, estas normas culturales han ido desapareciendo, ya que algunos comerciantes y comunidades se han visto obligados a adoptar prácticas que comprometen la salud y la seguridad a causa de las dificultades económicas y la inseguridad alimentaria. Durante una de mis misiones de campo, mientras pasaba por el bullicioso mercado de Onitsha, en Nigeria, observé que se vendían aves de corral muertas a precios rebajados. Las aves muertas fueron descargadas de una camioneta y rápidamente compradas por vendedores y comerciantes locales, a quienes no le importaba ni la causa de la muerte ni el historial de tratamiento previo de los animales. La normalización de una práctica que antes estaba prohibida plantea preguntas urgentes: ¿Qué causó la muerte de los animales? ¿Se les administró tratamiento con antibióticos o medicamentos veterinarios poco antes de morir? La incapacidad para responder a estas preguntas pone de manifiesto la opacidad de los mercados informales de ganado y los riesgos que representan para la salud pública.
Es necesario sensibilizar a las comunidades sobre los peligros de consumir animales muertos o enfermos, no solo por el riesgo inmediato de contraer enfermedades transmitidas por los alimentos, sino también por las amenazas que pueden surgir a largo plazo, como las enfermedades zoonóticas y la RAM.
Enfermedades zoonóticas y resistencia a los antimicrobianos: una doble amenaza
Los animales muertos o enfermos pueden servir como reservorios de patógenos zoonóticos transmisibles de animales a humanos. Las canales de aves de corral, por ejemplo, pueden albergar Salmonella, Campylobacter, virus de la influenza aviar o el virus de la enfermedad de Newcastle. Si se manipulan o cocinan incorrectamente, estos patógenos pueden propagarse rápidamente entre las comunidades, desencadenando brotes localizados que tienen el potencial de convertirse en epidemias enormes [1].
En brotes anteriores, como la influenza aviar (H5N1, H7N9), se ha visto cómo el comercio informal de aves de corral y una bioseguridad deficiente pueden amplificar la transmisión de enfermedades. En muchos casos, los patógenos han cruzado las barreras entre especies en condiciones de vigilancia deficiente, convirtiendo a los humanos en víctimas y vectores de transmisión [2].
En este escenario, la resistencia a los antimicrobianos (RAM) es igualmente alarmante. En las explotaciones suele tratarse a los animales enfermos con antibióticos, a menudo sin supervisión veterinaria, dosis precisas ni cumplimiento de los períodos de suspensión. Cuando los animales mueren y se revenden para el consumo, su carne puede contener residuos de antibióticos o bacterias resistentes. El consumo de carne contaminada expone a los seres humanos a organismos resistentes a múltiples medicamentos, lo que complica el tratamiento y aumenta tanto la morbilidad como la mortalidad. La RAM es responsable de casi cinco millones de muertes en todo el mundo cada año [3]. El comercio informal de animales muertos acelera esta crisis, convirtiendo a las comunidades en focos de transmisión de resistencia desprovistos de control.
Dotar a los trabajadores de primera línea de las herramientas y los conocimientos necesarios para identificar y reducir los riesgos permite mejorar la detección precoz, reducir los accidentes de laboratorio y prevenir la propagación de enfermedades.
La urgente necesidad de una intervención multisectorial coordinada
Prevenir el consumo y el comercio de animales muertos o enfermos debe reconocerse como una prioridad para la seguridad sanitaria de los alimentos y como un fundamento de la seguridad sanitaria mundial. Las siguientes acciones describen una hoja de ruta para una respuesta coordinada.
- Formación más amplia sobre bioseguridad y bioprotección
Los veterinarios, ganaderos, cuidadores de animales y operadores de mercados deben recibir periódicamente formación basada en pruebas sobre bioseguridad y bioprotección. Dicha formación no debe limitarse a la seguridad sanitaria de los alimentos básica, sino que debe abarcar las zoonosis emergentes y sus vías de transmisión, los riesgos de RAM relacionados con el uso indebido de medicamentos veterinarios y las preocupaciones sobre la investigación de doble uso para garantizar la aplicación responsable de las innovaciones biotecnológicas.
Dotar a los trabajadores de primera línea de las herramientas y los conocimientos necesarios para identificar y reducir los riesgos permite mejorar la detección precoz, reducir los accidentes de laboratorio y prevenir la propagación de enfermedades. Se ha demostrado que los programas de formación específicos reducen la incidencia de brotes en los sistemas ganaderos y mejoran el cumplimiento de las normas veterinarias [4].
- Supervisión regulatoria y vigilancia del mercado
Es necesario que las autoridades reguladoras intensifiquen las inspecciones y el cumplimiento de la ley en los mercados informales de ganado. La legislación que prohíbe la venta de animales muertos no debe permanecer estática, sino aplicarse activamente, con consecuencias legales y económicas claras en caso de infracción.
El fortalecimiento de los sistemas de vigilancia zoosanitaria capaces de detectar patógenos emergentes antes de que se propaguen a las poblaciones humanas también es esencial. La integración de herramientas de vanguardia, como la secuenciación genómica, la vigilancia biológica digital y los modelos de predicción de brotes asistidos por IA, puede transformar la capacidad de vigilancia.
Por ejemplo, un estudio a nivel mundial que analizó las aguas residuales de 44 vuelos internacionales a Australia detectó marcadores genéticos de cinco organismos resistentes a los antimicrobianos de alta prioridad, como la resistencia a los antibióticos de último recurso, incluso después del desinfección de los aviones[5]. Estos resultados demuestran el potencial de los métodos de vigilancia innovadores como sistemas de alerta precoz para la transmisión transfronteriza de la RAM.
- Campañas de educación pública y comunicación de riesgos
Un cambio cultural y de comportamiento es esencial. Es necesario sensibilizar a las comunidades sobre los peligros de consumir animales muertos o enfermos, no solo por el riesgo inmediato de contraer enfermedades transmitidas por los alimentos, sino también por las amenazas que pueden surgir a largo plazo, como las enfermedades zoonóticas y la RAM.
Las campañas de educación pública, dirigidas por las autoridades y servicios veterinarios, deben involucrar a líderes comunitarios y culturales, así como a medios de comunicación, para reformular las normas y hacer hincapié en las consecuencias reales de las prácticas inseguras a través de ejemplos relevantes. Las campañas también deben promover alternativas más seguras, como un mejor abastecimiento de alimentos y medidas preventivas de sanidad animal, combatiendo activamente la desinformación y la información errónea que socavan la confianza del público y su cumplimiento de la normativa.
Las pruebas a nivel mundial sugieren que la comunicación dirigida es eficaz. Entre 2016 y 2019, casi 200 países lograron reducir en un 20 % el uso de antimicrobianos en la atención veterinaria, mediante la adopción de vacunas, probióticos y un mayor nivel de bioseguridad [6], lo que demuestra que la prevención, fruto de la educación y el fortalecimiento de los sistemas, puede reducir de forma cuantificable los riesgos para la salud.
- Un enfoque «Una sola salud» para la seguridad sanitaria mundial
Las amenazas que plantea el consumo de animales muertos no pueden abordarse de forma aislada. La aplicación de un enfoque «Una sola salud», que integre la salud humana, la sanidad animal y ambiental, resulta, por lo tanto, esencial.
En la Reunión de Alto Nivel sobre la resistencia a los antimicrobianos de 2024, celebrada durante la 79.ª Asamblea General de las Naciones Unidas, los líderes mundiales se comprometieron a reducir las muertes relacionadas con la RAM en un 10 % para 2030, haciendo hincapié en las estrategias intersectoriales de optimización, vigilancia y regulación. Para concretizar estos compromisos, es necesario integrar el enfoque «Una sola salud» en las prácticas nacionales y comunitarias. El consumo y la reventa incontrolados de animales muertos son tanto una preocupación local como una amenaza directa para la seguridad sanitaria mundial. Esta práctica encarna la peligrosa convergencia del riesgo zoonótico, la RAM y las deficiencias en materia de bioprotección. Si no se controla, podría acelerar la próxima pandemia o intensificar la crisis silenciosa de la RAM.
Una problemática global
Para hacer frente este desafío, los gobiernos, los servicios veterinarios y las comunidades deben colaborar dentro del marco unificado del enfoque «Una sola salud». Privilegiar la formación sobre bioseguridad, reforzar la supervisión regulatoria, implementar tecnologías innovadoras y promover alianzas mundiales son acciones urgentes. La educación comunitaria también es esencial, ya que restablece las normas de protección, a la vez que aborda los factores económicos que impulsan las prácticas inseguras. Invertir en la sanidad animal es, en última instancia, invertir en la seguridad sanitaria mundial.
Traducido del original en inglés.
Imagen principal: ©PamelaJoeMcFarlane, Getty Images
Referencias
[1] Morshdy AE, Ibrahim MH, Tharwat A, Darwish WS. Effect of surface contamination on the shelf life of poultry carcasses: a review. Egypt. J. Vet. Sci. 2025 Dec 1;56(13):225-39. https://doi.org/10.21608/ejvs.2025.372316.2753
[2] Hinjoy S, Thumrin P, Sridet J, Chaiyaso C, Suddee W, Thukngamdee Y, et al. An overlooked poultry trade network of the smallholder farms in the border provinces of Thailand, 2021: implications for avian influenza surveillance. Front. Vet. Sci. 2024 Feb 7;11:1301513. https://doi.org/10.3389/fvets.2024.1301513
[3] Sati H, Carrara E, Savoldi A, Hansen P, Garlasco J, Campagnaro E, et al. The WHO bacterial priority pathogens list 2024: a prioritisation study to guide research, development, and public health strategies against antimicrobial resistance. Lancet Infect. Dis. 2025 Apr 14. https://doi.org/10.1016/s1473-3099(25)00118-5
[4] Shehu N, Luka P, Bente D, Weka R, Weldon C, Pam DD, et al. Using One Health training for interprofessional team building: implications for research, policy, and practice in Nigeria. Front. Public Health. 2024 Jul 30;12:1375424. https://doi.org/10.3389/fpubh.2024.1375424
[5] Liu Y, Smith WJ, Gebrewold M, Ashbolt NJ, Keenum I, Simpson SL, et al. Aircraft lavatory wastewater surveillance for movement of antimicrobial resistance genes: a proof-of-concept study. Microbiol. Spectr. 2025 May 28;13(7):e00569-25. https://doi.org/10.1128/spectrum.00569-25
[6] Ruckert A, Gonçalo das Neves C, Amuasi J, Hindmarch S, Brux C, Winkler AS, et al. One Health as a pillar for a transformative pandemic treaty. Geneva (Switzerland): Graduate Institute of Geneva; 2021. Disponible en: https://www.graduateinstitute.ch/sites/internet/files/2021-11/policybrief-onehealth-v3.pdf (consultado el 24 de septiembre de 2025).