Imagina esta escena: A principios de la primavera de 2025, a lo largo de las orillas de los lagos Ontario y Hurón, en Ontario, Canadá, miles de peces muertos aparecen repentinamente en la costa. Residentes a lo largo de más de 300 km de litoral comienzan a publicar fotos y videos, lo que despierta la atención local y científica. Naturalmente, surgen preguntas clave: ¿Por qué ocurrió? ¿Y qué significa esto para la salud acuática, la biodiversidad, la bioseguridad y la gestión de los hábitats?
Ce qui a fait l’actualité : mortalités printanières de poissons en Ontario
En el lago Ontario, impactantes imágenes de alosas muertas, un pequeño pez plateado invasor de los Grandes Lagos, comenzaron a circular ampliamente en mayo de 2025. Las autoridades de conservación confirmaron que estas mortandades, aunque inquietantes de ver (y acompañadas de olores nada agradables), formaban parte de un ciclo estacional regular y no estaban relacionadas con la contaminación.
En el lago Hurón ocurrieron sucesos similares, pero los expertos señalaron una posible causa de las muertes de peces que iba más allá del estrés natural por la reproducción. Miles de cadáveres, incluidos sábalo, trucha arcoíris, perca amarilla y otros, aparecieron en las costas de la parte de Ontario del lago Hurón. Los científicos sospechan de la septicemia hemorrágica viral (VHS), una enfermedad mortal de los peces de agua dulce, como posible origen.

Miles de sábalos del Atlántico en la costa. Foto proporcionada por el autor. Fuente: Globalnews.ca
Por qué la mortandad en el lago Ontario se consideró “normal”
La alosa (Alosa pseudoharengus) es una especie invasora introducida a través del canal de Welland a finales del siglo XIX. Cada primavera, se desplazan desde aguas profundas y frías hacia zonas poco profundas y cálidas para desovar. Esta pasada primavera, las tormentas removieron aguas más profundas y frías, sorprendiendo a las alosas que ya estaban estresadas por la reproducción y los efectos persistentes de un invierno severo. Esto provocó una alta mortalidad cerca de las orillas.
Los expertos enfatizan que este patrón ocurre todos los años. El invierno en los Grandes Lagos suele incluir abundante hielo y nieve, lo que puede debilitar las reservas de grasa y los niveles de oxígeno en los peces que sobreviven en aguas profundas. Esto crea un estrés “precondicionado”. Luego, un calentamiento rápido seguido de afloramientos provocados por tormentas amplifica el choque térmico. Las autoridades provinciales tranquilizaron a los residentes, asegurando que estos eventos no son sorprendentes y normalmente se resuelven de forma natural a medida que las condiciones se estabilizan.
La “brigada de limpieza” de la naturaleza también interviene rápidamente: aves carroñeras y corrientes suelen eliminar la mayoría de los cadáveres antes de que sean notados, y la descomposición devuelve nutrientes al ecosistema. Sin embargo, estudios recientes sugieren que los afloramientos podrían reconfigurar la dinámica microbiana de formas que apenas comenzamos a comprender.
La mortandad de este año destacó porque las alosas estaban doblemente estresadas: primero por un invierno récord con mucho hielo y luego por los potentes choques de agua fría provocados por tormentas en los peces que estaban desovando. Además, la población de alosas está creciendo, lo que hace que la mortalidad sea visualmente más dramática.
Cuando la mortandad podría ser más que solo clima

Photo (capture d’écran) par auteur. Tirée de Google Maps.
A diferencia del lago Ontario, la mortandad en el lago Hurón en 2025 fue más alarmante. Mientras que el sábalo tiende a morir en grandes cantidades durante el desove, los investigadores locales notaron que estaban involucradas múltiples especies, lo que no es típico de la mortalidad natural. Las fotos mostraban manchas hemorrágicas rojo brillante consistentes con infección por septicemia hemorrágica viral, e incluso se encontraron salamandras acuáticas muertas, signos inusuales para un evento provocado solo por el clima.
La septicemia hemorrágica viral es una enfermedad viral que afecta a más de 50 especies de agua dulce. Se descubrió por primera vez en los Grandes Lagos en los años 80 y ha causado mortandades importantes desde principios de los 2000. La cepa sospechada en el lago Hurón (Tipo IV‑b) ya circula en la región y es altamente virulenta en múltiples peces, incluidos percas, truchas, sábalos y lubinas, pero es segura para humanos y mascotas mamíferas.
En la primavera de 2025, la Canadian Wildlife Health Cooperative, con sede en Guelph, Ontario, realizaba pruebas, mientras las autoridades instaban a quienes usan las orillas y a los pescadores a limpiar y desinfectar el equipo para evitar propagar accidentalmente el virus a otros lagos.
Reconocer los signos de la septicemia hemorrágica viral

Un pez infectado con septicemia hemorrágica viral. Foto proporcionada por el autor. Fuente: USGS.
La septicemia hemorrágica viral es altamente contagiosa y puede encontrarse en peces de agua dulce y marina en todo el hemisferio norte. Los peces infectados pueden mostrar una serie de síntomas visibles, incluyendo:
- Branquias u órganos internos pálidos, indicando mala oxigenación
- Manchas hemorrágicas rojas o oscuras en la piel, aletas u órganos internos
- Abdomen hinchado, a menudo causado por acumulación de líquidos
- Ojos saltones, condición conocida como exoftalmia
- Color corporal más oscuro en general
Es importante señalar que algunos peces pueden portar el virus sin mostrar signos evidentes. Esta propagación silenciosa es una de las razones por las que la bioseguridad y la desinfección adecuada de barcos y equipos son críticas para proteger lagos y ríos.
Qué significa esto para la salud acuática, la biodiversidad, la bioseguridad y la gestión equilibrada de hábitats
Por qué estas mortandades afectan a todo el ecosistema
Los eventos de mortalidad masiva como la de los Grandes Lagos en 2025 no son solo escenas sombrías en la costa: son señales de advertencia del ecosistema.
Aunque invasoras, las alosas siguen siendo parte de la red alimentaria actual de los Grandes Lagos. Su repentina mortandad, especialmente en números tan altos, puede alterar las dietas de los depredadores, los ciclos de nutrientes y las comunidades microbianas. Mientras tanto, la descomposición de estos peces puede modificar la química de la orilla y aumentar la actividad bacteriana en aguas cercanas, afectando a veces la calidad del agua para otros animales.
En el núcleo de todo están las dinámicas climáticas cambiantes. Inviernos más cálidos seguidos de repentinos fríos crean condiciones impredecibles y de alto estrés para la vida acuática. La cobertura de hielo, antes factor estabilizador, se vuelve errática. Los afloramientos ahora son más fuertes y frecuentes. Estos cambios no solo matan peces: pueden reconfigurar el ritmo biológico de ecosistemas de agua dulce completos.
Gestión de hábitats: de la conservación a la defensa
Mantener zonas someras ricas en oxígeno, restaurar la diversidad de especies nativas y controlar invasoras son pasos para construir resiliencia ambiental. Un lago sano y equilibrado está mejor preparado para absorber choques, climáticos o biológicos, sin colapsar.
En resumen, estas mortandades son indicadores de un sistema bajo presión. Son un llamado a tomar en serio la salud de nuestras aguas compartidas, para evitar que una onda se convierta en tsunami.
Amenazas a la biodiversidad y equilibrio del ecosistema
Las mortandades estacionales, como las del lago Ontario, no amenazan la biodiversidad a largo plazo, pero las mortandades repetidas y masivas, especialmente de especies invasoras, pueden influir en las redes alimentarias locales, la disponibilidad de nutrientes y ecosistemas enteros.
En el lago Hurón, la confirmación de septicemia hemorrágica viral podría amenazar especies nativas, reducir gravemente las poblaciones de peces, afectar la dinámica de la red alimentaria y causar pérdidas económicas en las pesquerías de la cuenca de los Grandes Lagos.
Lecciones de bioseguridad
Los ambientes estresados pueden crear puertas de entrada para enfermedades. Patógenos como septicemia hemorrágica viral se propagan más fácilmente cuando las poblaciones de peces están debilitadas o cuando los cadáveres permanecen en el agua.
Las enfermedades de los peces a menudo pasan desapercibidas hasta que ocurre una mortandad visible. En muchos casos, grandes brotes pueden ocurrir sin síntomas claros, captando atención solo cuando los efectos visibles son evidentes.
La notificación rápida, las pruebas y la divulgación pública, como los protocolos de desinfección, son críticas para prevenir la propagación entre cuerpos de agua y preservar la salud de lagos y ríos.
Las agencias de ambos lados de la frontera norteamericana (Canadá y EE. UU.) deben coordinar respuestas bajo marcos como la Comisión de Pesca de los Grandes Lagos.
De espectáculo a gestión responsable
El masivo varamiento de peces en las costas de los lagos Ontario y Hurón en la primavera de 2025 generó titulares dramáticos, pero la verdadera historia ocurre bajo la superficie. Es un recordatorio de que nuestros lagos son sistemas vivos: delicados, interconectados y, a veces, vulnerables de formas que no vemos inmediatamente. Clima, especies invasoras y enfermedades animales no actúan aisladamente; se entrelazan de maneras que pueden alterar el equilibrio de la noche a la mañana.
Proteger estos ecosistemas implica saber cuándo ocurre un “ciclo normal” y cuándo algo ha salido mal. Eso significa monitoreo basado en ciencia, agencias listas para responder rápidamente y personas comunes observando y reportando lo que ven.
Prestando atención, reportando de inmediato y apoyando la resiliencia de los hábitats, podemos asegurarnos de que incluso las escenas inquietantes se conviertan en oportunidades para aprender, proteger y fortalecer la biodiversidad, no solo en Canadá, sino como parte de una conversación global sobre bioseguridad, salud animal y salud de los ecosistemas.
Main featured image: unsplash/jackcharles.
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