Científico

Análisis

Seguridad sanitaria mundial

Tiempo de lectura: 10min

De la ficción a la realidad: la amenaza del agroterrorismo

publicado el

10/16/2025

escrito por

Daniel Donachie

Daniel es veterinario, director de programas y defensor de la seguridad sanitaria mundial, se dedica al fortalecimiento de la preparación multisectorial ante emergencias. Actualmente trabaja como responsable de programas de gestión de emergencias en el Departamento de Preparación y Resiliencia de la OMSA, donde dirige proyectos centrados en la reducción de amenazas biológicas. Ha trabajado en clínicas veterinarias y como inspector veterinario superior de la Agencia de Sanidad Animal y Vegetal del Reino Unido.

 

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Resumen

El agroterrorismo —la liberación intencional de patógenos animales con el fin de desestabilizar a las sociedades— es una amenaza creciente, aunque poco reconocida. El sector agrícola, con sus complejas cadenas de suministro y desplazamientos transfronterizos de animales, sigue siendo un blanco fácil. Muchos patógenos incluidos en la lista de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) coinciden con los de las listas de control de armas biológicas, por lo que resultan potentes, desde un punto de vista biológico, y explotables, desde un punto de vista logístico. No obstante, los Servicios Veterinarios carecen de los recursos necesarios y no colaboran lo suficiente con las fuerzas del orden. Para combatir el agroterrorismo, es necesario fomentar la cooperación intersectorial, crear marcos de preparación conjuntos e invertir en bioseguridad. Si no actuamos, las consecuencias podrían ser catastróficas. Este artículo explora la intersección entre la sanidad y la seguridad de los animales, instando a una respuesta proactiva y coordinada ante una amenaza que no implica la interrogante de si ocurrirá, sino de cuándo ocurrirá.

«No creo que sea exagerado decir, señores, que si se lanzara un ataque así, y solo se pudiera neutralizar sacrificando aves y animales y quemando cosechas, seríamos un país en bancarrota en cuestión de meses. ¡Estaríamos, literalmente, de rodillas, mendigando pan!» [1]

En la novela de James Bond Al servicio secreto de Su Majestad [1], el villano Blofeld planea paralizar el Reino Unido mediante la propagación de la fiebre aftosa, destruyendo el sector ganadero del país; básicamente, un acto de agroterrorismo. Años más tarde, en 2001, el Reino Unido enfrentó la peor epidemia animal de su historia con la rápida propagación de la fiebre aftosa por más de 2000 explotaciones y a países vecinos, como Irlanda, Francia y los Países Bajos, desencadenando una grave crisis nacional e internacional.

Para contener y erradicar el virus, el gobierno británico ordenó el sacrificio de los animales infectados y de aquellos que presentaban vínculos epidemiológicos. Se sacrificaron más de seis millones de animales, arruinando a las comunidades rurales con un costo de más de 8000 millones de libras esterlinas para la economía británica debido a la interrupción de la agricultura y la cadena alimentaria, las indemnizaciones a los agricultores y una fuerte disminución del turismo [2]. Además del impacto económico considerable, la epidemia tuvo un efecto duradero en agricultores, veterinarios, personal de intervención inmediata y comunidades rurales, principalmente en su salud mental.

El brote se originó porque un productor alimentaba ilegalmente a sus cerdos con desechos sin tratar y no notificó a la autoridad competente cuando sus animales enfermaron, lo cual es un delito agrícola. Pero ¿qué sucedería si un evento así fuera deliberado? ¿Cómo podríamos prevenirlo o detectarlo? ¿Y si el patógeno fuera zoonótico y, por lo tanto, pudiera transmitirse entre animales y humanos? ¿Y cómo deberíamos prepararnos?

 

La vulnerabilidad del sector agrícola, junto a la creciente sofisticación de agentes hostiles, implica un replanteamiento de la manera en que abordamos el agroterrorismo.

Salvaguardar la agricultura: los patógenos animales como un riesgo para la seguridad nacional

Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), los delitos agrícolas pueden definirse como actos u omisiones ilícitos relacionados con los animales o sus productos que violan la legislación y tienen consecuencias negativas para la sanidad animal, el bienestar animal, la salud pública, la seguridad sanitaria de los alimentos y la autenticidad o la seguridad nacional. El agroterrorismo es un subconjunto de delitos agrícolas: la liberación intencional de patógenos con el objeto de causar enfermedades o muerte en animales con el fin de intimidar o coaccionar a un gobierno o a la población civil para promover objetivos políticos o sociales [3]. Si bien los delitos agrícolas se producen diariamente, existen pocos casos documentados de agroterrorismo, y esta relativa escasez significa que el agroterrorismo recibe poca atención por parte de los gobiernos

nacionales, a pesar de tener posibles consecuencias devastadoras.

El sector agrícola es terriblemente vulnerable al agroterrorismo y a menudo se le considera como un «blanco fácil». La agricultura moderna depende de cadenas de suministro complejas, en las que los animales se desplazan de las explotaciones a los mercados y luego a los mataderos, y sus productos continúan hasta las plantas de transformación de alimentos. Asimismo, los animales y sus productos pueden desplazarse de un país a otro por aire, tierra y mar. Si bien es cierto que el sector ha evolucionado a lo largo de los siglos para maximizar la producción y la eficiencia, la bioseguridad no ha seguido el mismo ritmo. El ganado también es vulnerable a las enfermedades, en particular a las definidas por la OMSA como «enfermedades de la lista» [4]. Estos patógenos pueden propagarse a través de las fronteras, causando graves impactos en la sanidad y el bienestar de los animales, los medios de subsistencia, el comercio, las economías y la salud pública.

Según una comparación de las enfermedades de la lista de la OMSA [4] con la lista de control de las exportaciones de patógenos animales del Grupo de Australia [5], existen 32 patógenos en común, entre ellos la fiebre aftosa, el carbunco bacteridiano y la influenza aviar de alta patogenicidad. Estos agentes pueden causar altos niveles de morbilidad y mortalidad, propagarse rápidamente y además son relativamente fáciles de producir, transportar y diseminar. Una vez introducidos en una población, son claramente difíciles de diagnosticar, controlar y erradicar. En realidad, las enfermedades de la lista de la OMSA podrían servir como una «lista de la compras» de armas biológicas, un riesgo aumentado por las tecnologías emergentes y las campañas de desinformación y noticias falsas [6]. El conjunto de estos factores convierte al agroterrorismo en una amenaza crítica, aunque a menudo poco reconocida, para la salud mundial.

Para evitar posibles desastres, los gobiernos y la comunidad internacional deben fortalecer la bioseguridad, invirtiendo en recursos, tomando medidas concretas para mejorar las defensas y promoviendo la cooperación interinstitucional.

© dusanpetkovic, Getty Images

Salud y seguridad: un frente común contra el agroterrorismo

La vulnerabilidad del sector agrícola, junto a la creciente sofisticación de agentes hostiles, implica un replanteamiento de la manera en que abordamos el agroterrorismo. Es necesario que los Servicios Veterinarios y los organismos de salud pública cooperen más estrechamente con las fuerzas del orden y las fuerzas de seguridad. Sin embargo, son numerosos los obstáculos que impiden una cooperación eficaz: poca confianza entre sectores; diferencias de terminología; falta de claridad en las funciones y responsabilidades, y ausencia de marcos formales de colaboración. Además, los Servicios Veterinarios también sufren una escasez crónica de recursos: los datos de la OMSA, obtenidos a partir de los resultados de las misiones de evaluación de las prestaciones de los Servicios Veterinarios, revelan que solo el 40 % de sus Miembros cumple con el nivel mínimo de capacidad de preparación para emergencias [7,8].

Para superar estos desafíos, será necesario realizar esfuerzos continuos para fomentar la cooperación interinstitucional, comenzando por el diálogo; las fuerzas del orden y los organismos de salud deben construir relaciones y aprender a comprender claramente sus respectivos mandatos y responsabilidades en el marco de la prevención, detección, preparación y respuesta ante el agroterrorismo. Entonces será posible elaborar memorandos de entendimiento o acuerdos similares que puedan formalizar la cooperación y movilizar los recursos necesarios para que sea operativa. Teniendo un mandato legal para trabajar juntos, los organismos de salud y los servicios de seguridad pueden comenzar a compartir información y a elaborar planes y procedimientos de contingencia que incluyan a otros sectores relevantes. A través de las actividades conjuntas de desarrollo de capacidades, como los ejercicios de formación y simulacro [9], los organismos pueden mejorar su nivel de preparación ante emergencias. La práctica de actividades de colaboración en tiempos de paz ayuda a los organismos a estar mejor posicionados para realizar evaluaciones conjuntas en materia de credibilidad de amenazas e investigaciones criminales y epidemiológicas conjuntas en caso de sospecha de agroterrorismo.

Con el agroterrorismo, la pregunta no es si va a ocurrir, sino cuándo va a ocurrir. Las vulnerabilidades de los sistemas agrícolas y ganaderos son demasiado importantes como para ignorarlas. Para evitar posibles desastres, los gobiernos y la comunidad internacional deben fortalecer la bioseguridad, invirtiendo en recursos, tomando medidas concretas para mejorar las defensas y promoviendo la cooperación interinstitucional. Si seguimos subestimando el riesgo del agroterrorismo hoy en día, podríamos pagar las consecuencias en el futuro, y caer de rodillas, tal como había imaginado Blofeld, el villano de Bond.

Traducido del original en inglés.

Imagen principal: ©Joana Maia Pita

 

Referencias

[1] Fleming I. On Her Majesty’s Secret Service. Londres (Reino Unido): Jonathan Cape; 1963.

[2] Thompson D, Muriel P, Russell D, Osborne P, Bromley A, Rowland M, et al. Economic costs of the foot and mouth disease outbreak in the United Kingdom in 2001. Rev. Sci. Tech. 2002 Dec;21(3):675-87. https://doi.org/10.20506/rst.21.3.1353

[3] Donachie D, Ewann F, Poudevigne F. Animal Agrocrime: An Overlooked Biological Threat. Health Secur. 2023 Sep-Oct;21(5):415-420. https://doi.org/10.1089/hs.2022.0144

[4] Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Enfermedades, infecciones e infestaciones de la lista de la OMSA. París (Francia): OMSA; 2024. Disponible en: https://www.woah.org/fileadmin/Home/esp/Health_standards/tahc/current/chapitre_oie_listed_disease.pdf (consultado el 3 de septiembre de 2025).

[5] Australia Group. List of human and animal pathogens and toxins for export control. Canberra (Australia): Australian Government, Department of Foreign Affairs and Trade; 2023. Disponible en: https://www.dfat.gov.au/publications/minisite/theaustraliagroupnet/site/en/human_animal_pathogens.html (consultado el 22 de septiembre de 2025).

[6] Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Contrarrestar la desinformación y la información errónea en emergencias de sanidad animal. París; 2024; 27 pp. https://doi.org/10.20506/woah.3545

[7] Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Implementación de las normas de la OMSA: Informe Anual del Observatorio. París; 2022; 149 pp. https://doi.org/10.20506/obs.3341

[8] Hamilton K, Bastos B. Servicios Veterinarios: protectores contra las armas biológicas. Organización Mundial de Sanidad Animal; 2025. Disponible en: https://theanimalecho.woah.org/es/servicios-veterinarios-protectores-contra-las-armas-biologicas/ (consultado el 10 de octubre de 2025).

[9] Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Ejercicios de simulacro. París (Francia): OMSA; 2024. Disponible en: https://www.woah.org/es/que-hacemos/sanidad-y-bienestar-animal/recopilacion-de-datos-sobre-enfermedades/ejercicios-de-simulacro/ (consultado el 3 de septiembre de 2025).

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